A tanta distancia como te alcance la vista, allí está el horizonte. A tanta altura como seas capaz de imaginarlo, allí está tú horizonte. Coinciden en algo, ambos son una línea imaginaria que separa en la distancia la realidad palpable del todo percibible.
He visto el horizonte tres veces en mi vida. Dos de ellas en
alta mar, navegando en un buque de guerra. Sobre la cubierta de un portaviones,
a unos 20 metros sobre el nivel del mar se puede ver una circunferencia
perfecta a tu alrededor. Un plano azul intenso que marca su
límite, a unas 7 millas y media, o sea, a unos 14 kilómetros, con otro
azul degradado de menos a más intenso según alzas la vista hacia la cúpula
celeste. Un espectáculo sólo superable por esa misma perspectiva en mitad de la
noche. Se da la circunstancia de que los buques de guerra navegan en un régimen
de oscuridad, es decir que salvo las luces que indican su posición a otros
navíos en ruta, no emiten ninguna otra luz. Las zonas exteriores que precisan de
alumbrado para el tránsito se iluminan con luces rojas de baja intensidad, una
luz cuya frecuencia solo hacen visibles a penas un par de metros. Entonces, en
plena noche despejada y sin luna se puede adivinar el horizonte entre el
circulo marino y una cúpula celeste plagada de estrellas tintineando por
doquier, por todas partes. Una visión insólita para pocos afortunados. Yo la escudriñé tumbado en una noche de verano sobre la
cubierta de aquel barco navegando en mitad del Atlántico mientras en mis
auriculares (arrastraba un aparatoso radio cassette siempre que me era posible
y con mucho cuidado porque en los barcos de guerra está prohibido poner en
marcha cualquier aparato que tenga un oscilador local, un circuito que emite
una frecuencia que pudiera ser detectada por sistemas de contramedidas), sonaba el «Journey to the Centre of theEarth» de Rick Wakeman. Una experiencia inolvidable, un grandioso espectáculo
capaz de situar mi horizonte más allá de las estrellas.
En cualquier caso el horizonte es la representación geométrica
de la utopia. Cuanto más quieras acercarte, más y más se alejará.