lunes, 20 de noviembre de 2017

Cuatrocientas


Sonó el clink y antes de que las puertas del ascensor se abrieran completamente Antón salió corriendo.  En toda la planta resonó un…

-¡No me pise lo 'fregao…'!-

Las suelas de sus zapatos marcaron un suelo todavía húmedo.
La gabardina y el periódico del día en una mano, una bolsa bajo el brazo y  el donuts entre los dientes, empujó la puerta de cristal con la palma de la mano y la marcó con un contorno azucarado.
Acelerado, arrojó gabardina y bolsa sobre su mesa y siguió presuroso hasta la de Ramiro. Le puso el diario en la cara…

-¡Mira!-
-Buenos días primero, ¿no?
-Sí, sí…, buenos días. Mira, mira…
-¿Qué, qué…?

Ramiro agarró el periódico. Balbuceó… «Identificado uno de los  atracadores del banco»

-¿Cómo? ¿Han encontrado al que lo hizo?
-No, no. Sólo lo han identificado…

Ramiro volvió a sus papeles golpeando repetidas veces el filo de un grupo de folios contra la mesa intentando cuadrar el legajo. Al devolverlos al escritorio…

-¡Vaya! Ese puñetero periódico… ¡Mira que desastre!
-Sólo es tinta
-Sí, pero tendré que volver a imprimir. No puedo pasar a la firma todo eso lleno de dedazos…
-Pues así han identificado al ladrón, por las huellas.
-¿Y eso es fiable?
-¡Y tanto! Mira, aquí pone… “el método de identificación por huellas digitales se remonta a mil ochocientos noventa y uno. Tras un año de investigaciones la policía de Buenos Aires (Argentina), señaló a Francisca Rojas como la verdadera autora del asesinato de sus dos hijos a pesar de la coartada que preparó para inculpar a un vecino”
-No te creas todo lo que dicen los periódicos…
-¡Hombre! Son periodistas. Se suponen que cuentan la verdad
-Esas verdades son efímeras, Antón
-¡Cómo van a ser efímeras!
-A ver. Cuando lo hayas leído, ¿qué vas a hacer con el periódico?
-No sé…, tirarlo a la papelera; aprovechar alguna hoja para envolver algo; ponerlas en el suelo cuando pinte en casa…
-Te vas a deshacer de él. Lo vas a tirar a la basura, ¡a la basura, Antón! Esa sí que es la huella. Todas las cosas que tiramos van dejando nuestras huellas por todas partes
-No dramatices, Ramiro. Hay cosas que dejan huella y no son tan efímeras como dices…
-¿A sí? A ver, qué…
-No te lo puedo contar…
-¿Es un secreto?
-No. Es que ya las hemos gastado todas y me harían falta otras cuatrocientas palabras…


Mi para  de noviembre de 2017

lunes, 23 de octubre de 2017

Sonrío por sí llorar



-Al final de la página hay un botón de «play» para que, si quieres, actives una música de fondo-


El llanto es la primera forma de comunicación que cualquier recién nacido tiene con el mundo exterior. Nacemos y lloramos. Y después seguimos llorando para exigir la atención de alguien que nos cuida. Con el llanto exigimos que ese alguien, que pronto descubriremos que es mamá, nos cuide, nos preste toda su atención, nos alimente, nos de calor, nos haga sentir cómodos o nos libere del dolor. Así, poco más o menos, Darwin llegó a la conclusión de que llorar no es otra cosa que una manera de llamar la atención de los demás o de alguien especialmente.

Se nos saltan las lágrimas de la misma manera si reímos a mandíbula batiente que si sentimos profunda tristeza o impotencia ante un acontecimiento. Llorar es, por tanto, una reacción emocional. Y además, dicen que es un privilegio exclusivo del ser humano porque, aunque haya animales que derraman lágrimas, no hay otra especie que lo haga por causas emocionales.

Hay muchos tabúes sobre el llanto. Por ejemplo, el hecho de considerarlo un síntoma de debilidad, posiblemente por su relación con reacciones infantiles, una etapa de la vida en la que sí forma parte de los códigos de comunicación con los demás y en la que se llora por frustración, por rabia, por dolor o por cualquier otra causa que ya de adultos nos parece que debe ser controlable. 

Otro tabú es el de que las mujeres lloran más que los hombres, cosa que parece ser cierta porque, aunque no hay razones científicas de peso que avalen la teoría, las mujeres lloran, sin razón aparente, durante la menstruación o, ya más tarde, por razones asociadas a los cambios hormonales relacionados con la menopausia. La cuestión es que, culturalmente, quizá por los roles inculcados en razón del género, se tolera más el llanto de la mujer, uno de los motivos por los que se la señala erróneamente como «el sexo débil» ¿Quién no  ha sido testigo del llanto sordo de una mujer viendo una película, escuchando una música o recordando las vivencias que evocan algunas fotografías? Por alguna razón todavía no bien definida la mujer es más propensa al llanto o quizá sólo lo exterioriza sin falso rubor.

En cualquier caso, y esto sí está científicamente aceptado, el llano es un calmante natural porque provoca la liberación de determinadas hormonas. Incluso los oftalmólogos hablan positivamente del llanto como un sistema de higiene natural de los ojos, aunque, según parece, la composición química de las lágrimas varia en función de su causa.

Llorar es, en todo caso, una liberación y aunque por el recelo que produce el que nos vean llorar, sobre todo en momentos en los que no parece nada adecuado, sólo lo hagamos en soledad, todos, hombres y mujeres, lloramos en algún momento y malo será si alguien contiene su llanto y reprime sus emociones porque, además de no parecer nada sano, poco a poco eso retorcerá su personalidad y llegará a deshumanizarla.

Llorar es un bálsamo para nuestras penas y para nuestras alegrías, porque también se llora de felicidad. Llorar es un alivio que desahoga eso que llamamos «el alma» y que no debe ser otra cosa que nuestra capacidad de sentir, de evocar, de desear o de reprimir el deseo hasta hacernos sentir algo indefinible y que reconocemos como «angustia vital». Yo, ahora mismo, mientras escribo este texto, estoy llorando y no puedo dejar de hacerlo.


Lloro sí, lloro con serenidad pero también con amargura. Lloro con gran pena. La pena de no haber tenido oportunidad, de haber perdido la esperanza de compartir la vida con quien, al cabo de los años, sigue siendo esa persona, la única, la deseada, la añorada compañera que pudiera haber cambiado mi vida sólo con la influencia que sobre mi ejercía. 

No fue una discusión, no una incompatibilidad, no desinterés repentino ni falsas sensaciones. Fue, sencilla y llanamente, la separación forzosa. Crueles circunstancias del pasado nunca deseadas por acontecidas. Lloro con amargura, pero, al mismo tiempo, sonrío. Sonrío por la amistad que me brinda a pesar de mis torpezas, a pesar de mi rabia y a pesar del tiempo. Éramos muy jóvenes cuando nos separamos y ahora ya somos propietarios de una respetable edad. 

Lloro por mi, sonrío por ella. Lloro porque ya murió su amor y sonrío porque aún conservo el mío. Lloro por que persiste, casi insalvable, la distancia y sonrío porque la siento próxima. Lloro porque he de reprimir la necesidad de dar rienda suelta a las palabras y sonrío porque, a pesar de todo, cada día me siento tratado con tanta dulzura y cariño como el que jamás nunca recibí. Lloro y sonrío por una misma razón: tanto me duele como me hace feliz saber que ella sigue ahí.

lunes, 16 de octubre de 2017

Anula la Luna (versión reducida)


Todavía sentía los efectos de la tremenda descarga de adrenalina. No pensé que fuera capaz de lanzarme al vacío desde tan impresionante altura con una cuerda atada a los tobillos.

Más que el valor, me empujó la imperiosa necesidad de ser aceptado por aquel grupo. Llevaba pocos meses viviendo allí, un lugar desconocido, extraño... Lo había dejado todo atrás con el hondo pesar de perderlo todo..., todo. Tocaba otra vez empezar de cero.

–Saltar no es la solución, por muy desalentado que te sientas–
¿Y esa voz...? Tenía que ver quien era y saber por qué estaba allí, conmigo, en aquel puente ahora oscuro y solitario, intentando disuadirme de algo que solo anidaba en cabeza. Tuve la sensación pesar toneladas, de que aunque lo intentara no podría moverme. Con un esfuerzo extraordinario conseguí, por fin, ponerme en pie y mirar a quien me hablaba. Vi una silueta resplandeciente, si acaso un rostro conocido, la imagen de alguien añorado...
 
–¿Quién eres tú?–, pregunté –Soy Selene. Cada veintinueve días bajo aquí, a la Tierra ¿Acaso ves a la Luna brillar esta noche en el cielo…?–
No puede ser ¿Me habla un ser mitológico? ¡Selene!, hija de titanes, ¡la mismísima luna…! Me estoy volviendo loco ¡Estoy perdido!

Desesperado y vencido di un fuerte impulso, salté la barandilla metálica y caí al vacío… Me invadió un intenso vértigo cayendo hacia una tenebrosa profundidad insondable. El aire gélido chocándome en la cara en un descenso sin retorno a pocos segundos del fin… Pero aquella luz me persiguió veloz interponiéndose en mi caída hasta darme de bruces en su fulgor… 

Y desperté. Allí estaba, aterido, sentado en aquel puente que llaman de «las siete lunas». Me levanté caminé hasta el coche. Regresé a casa. Era una noche cerrada, de novilunio, de esas en las que la Tierra anula la Luna. Nadie pudo verla, pero ella estuvo allí, como siempre. Y me salvó la vida.



Para participar en la convocatoria #relatosLuna de @Divagacionistas
Ver entrada anterior para conocer historia acomplejo. 

Anula la Luna

-A PIE DE PÁGINA HAY UN BOTÓN «PLAY» PARA, SI QUIERES, ACTIVAR LA MÚSICA DE FONDO-


–¿Así vas a solucionar las cosas? ¿Acaso eres un cobarde?

¡Esa voz! ¿De dónde sale esa voz? ¿Quién me habla? Me sentí incapaz de mover un solo músculo. Abrí bien los ojos buscando la procedencia de esa voz que me interpelaba y que, fuera quien fuera, ¿cómo podía saber lo que estaba pensando?

Sentado sobre el frío suelo, con la espalda apoyada contra la barandilla del puente, bajo un cielo totalmente negro y maravillosamente estrellado. Excepto por un horizonte irregular dibujado por escarpadas montañas, el espectáculo era similar al que contemplé tiempo atrás en alta mar, en noches sin luna, en la absoluta oscuridad del régimen de navegación nocturna que practican los barcos de guerra.

–No tendrás coraje para hacerlo ¡No lo hagas!–

Ahora sí, percibí la voz a mis espaldas… ¡No puede ser! Tras la barandilla sólo hay vacío, casi 60 metros de caída libre hasta el fondo del barranco. Tuve que concentrar todas mis fuerzas para girarme apoyando con firmeza las manos sobre el suelo. Vislumbré un suave resplandor que se movía lentamente.

No sé cuanto tiempo pasé allí. Llegué por la mañana. Era domingo. Me prometieron una experiencia emocionante y nunca imaginé que fuera tan intensa. No me creí capaz de saltar desde aquella altura impresionante con una cuerda ataba a mis tobillos, ¡pero lo hice! Todavía podía sentir los efectos de la colosal descarga de adrenalina. Nunca antes había respirado de forma tan profunda y, aunque todo a mi alrededor estaba cubierto de escarcha, no sentía frío alguno.

Más que el valor, me empujó la imperiosa necesidad de ser aceptado por aquel grupo, de relacionarme con aquella gente. Llevaba pocos meses viviendo allí, un lugar desconocido, extraño, hostil. Lo había dejado todo atrás, no me quedó otra, con el hondo pesar de perderlo todo..., todo. Tocaba otra vez empezar de cero.  

Saltar no es la solución, por muy desalentado que te sientas

¡La voz de nuevo! Tenía que ver quien era, saber por qué estaba allí, conmigo, en aquel puente ahora oscuro y solitario, intentando disuadirme de algo que solo anidaba en cabeza. Tuve la sensación de que mi cuerpo pesaba toneladas, de que aunque lo intentara no podría moverme, pero con un esfuerzo extraordinario conseguí, por fin, ponerme en pie y mirar de frente a quien me hablaba. Vi una silueta resplandeciente, si acaso un rostro conocido, una mujer bella, la imagen de alguien a quien añoraba...

¿Quién eres tú?, pregunté
–Soy Selene. Cada veintinueve días bajo aquí, a la Tierra ¿Acaso ves a la Luna brillar esta noche en el cielo…?–

No puede ser ¿Me habla un ser mitológico? ¡Selene!, hija de titanes, ¡la mismísima luna…! Me estoy volviendo loco ¡Estoy perdido!

Desesperado, desasosegado, desorientado y vencido di un fuerte impulso, salté la barandilla metálica y caí al vacío… Me invadió un intenso vértigo, un vuelo eterno hacia una tenebrosa profundidad insondable. El aire gélido chocándome en la cara en un viaje sin retorno a pocos segundos del fin… Pero aquella luz me persiguió veloz interponiéndose en mi caída hasta que di de bruces en su fulgor… 

Y desperté. Efectivamente, allí estaba, aterido, sentado en aquel puente que llaman de «las siete lunas». Me levanté y alumbrándome con la luz del móvil caminé hacia el coche.  Regresé a casa. Era una noche cerrada, de novilunio, de esas en las que la Tierra anula la Luna. Nadie pudo verla, pero ella estuvo allí, como siempre. Y me salvó la vida.




martes, 10 de octubre de 2017

La decisión




(Al pie de la página hay un botón para, si quieres, hacer sonar la música de fondo) 



Hay momentos en la vida en los que hay que tomar una decisión, elegir una opción posible entre dos o más, condición sine qua non para poder decidir algo. Hay momentos en los que hay que elegir el camino, uno u otro, un trayecto con menor posibilidad de regreso cuanto más largo se haga. Muchas veces vemos claramente lo trascendental de una decisión y otras, sin embargo, nos parecen nimias, sin posibles consecuencias. Pero no siempre esas decisiones son tan propias como aparentan. Unas veces puede influir la presión de un grupo, otras el temor a contrariar a alguien influyente en nuestras vidas, incluso puede que, por respeto a quien nos parece ser la persona más importante de nuestra vida en un momento dado, asumamos como propia y sin rechistar una decisión que al pasar de los años podremos valorar como la más trascendental de todas cuantas hallamos tenido que tomar a lo largo de lo vivido. O puede que, en las peores circunstancias posibles (que haberlas haylas para desgracia de unos pocos), te veas obligado a elegir un única opción en contra de tu propia voluntad, circunstancias que sólo reconocen los desterrados, los marginados, los excluidos, los olvidados..., esos. 

Con los años descubres que esas aparentes decisiones, las obligadas, son, para más inri, motivo de un eterno reproche que poco quiere saber del dolor desgarrador que produjeron en quienes se vieron obligados a tomarlas.  Siempre habrá alguien que ni puede ni quiere concebir una triste realidad ajena. Una contingencia inesperada te puede cambiar la vida empujándote a hacer lo que menos deseas sin que puedas evitarlo en modo alguno, por mucho que te empeñes en ello. Un empeño ante la adversidad que se torna sufrimiento, angustia, amargura, impotencia, desesperación... y que también se convierte en una eterna incomprensión que descubrirás con el paso de los años. No es fácil admitir que si lo que otro hizo en un momento de su vida nos perjudicó de algún modo, aunque fuera algo obligado y sin opción, no lo hiciera sino en nuestra contra de forma intencionada. La vanidad enturbia la verdad, sobre todo cuando se trata de la nuestra frente a la del otro.

Vivir es una sucesión de decisiones e imposiciones y sólo una holgada perspectiva hace comprender la transcendencia de las que se van tomando. Conozco la historia de un muchacho que, inesperadamente, en un momento crucial de su vida en el que mantenía una feliz relación de pareja que pensaba definitiva y única, pudo ser padre. Entonces, quien era su pareja, tomó una decisión contraria. Se trataba de una muchacha muy joven, mucho más que él, acabando sus estudios universitarios y con un futuro profesional claramente perfilado. Quizá por su juventud, quizá por la presión familiar, puede que por sus miedos ante aquel horizonte incierto o puede que porque no sintiera un verdadero amor…, quién sabe, algo hizo que aquella muchacha decidiera no ser madre. A aquel muchacho no le quedó otra que asumir como propia la decisión de ella y, sin poner objeción alguna, vio esfumarse una repentina ilusión que, dicho sea de paso, le pudo cambiar la vida.

Conocí íntimamente a aquel chaval, hoy en vísperas de ser un jubilado más, que siempre fue persona pudorosa, con alto sentido de la justicia y la igualdad, con gran autoestima e incapaz de pedir favores por mucha falta que le hicieran. Pero en aquel momento, me llegó a confesar, se planteó renunciar a sus principios para afrontar aquella nueva situación que también le originó un lógico agobio y honda preocupación. De la noche a la mañana asumió que tendría que afrontar acontecimientos trascendentales con aquella pareja de la que estaba profundamente enamorado. Finalmente, frustrada aquella opción, aquel joven, empujado por sus circunstancias y en contra de su voluntad, se vio obligado a partir en busca de algún modo de ganarse la vida. Como siempre hizo, tampoco entonces pidió favores y, aunque pudo hacerlo, no recurrió a recomendaciones. Simplemente partió. Nunca pudo regresar ni quiso ser una rémora para quien consideraba la persona más importante de su vida y finalmente la perdió. Ella le olvidó y, en cierta medida, le abandonó a su suerte. El luchó muchos años contra la adversidad, en condiciones muy duras, lejos de su tierra, de su ciudad, de su familia alentado por la esperanza de poder regresar junto al gran amor de su vida. Se le hizo tarde, demasiado tarde.

Nunca se sabrá si aquella otra decisión pudiera haber propiciado una vida mejor, lo que si se puede afirmar es que hubiera sido una vida distinta, ni mejor ni peor, distinta sin duda.


Alguien dijo alguna vez aquello de «tú no eliges el camino, el camino te elige a ti». Basta con haber vivido lo suficiente como para echar un vistazo al pasado y reconocer la gran verdad de esta máxima y también la gran mentira que supone que todo aquello que hicimos o decidimos obedeció siempre a nuestra decidida y libre voluntad. No siempre querer fue poder.

martes, 12 de septiembre de 2017

Silencio, por favor



-Hay música de fondo, sí. Baja, baja el volumen. Se trata de que sea eso, un fondo-


Hay una vieja canción de Nat King Cole (¡madre mía, que mayor soy!), que decía…: «ansiedad de tenerte en mis brazos musitando palabras amor… ». No declarando, expresando o diciendo, no, musitando, musitando. Hay cosas que merecen estar tan próximas al silencio como sea posible porque las palabras, por muy necesarias que se hagan de pronunciar, no pueden superar lo que se puede decir de otras maneras, casi en silencio. No quiero decir que el silencio sea obligatorio ni que haya que mantenerlo todo el rato, no. Las cosas, y más las que se sienten, hay que decirlas, no conviene dejarlas dentro.

He trabajado muchos años en la radio (no tantos como hubiera querido), pero quizá sea por eso por lo que estoy acostumbrado a guardar silencio y a emplear un tono comedido para hablar. Comedido no quiere decir irritantemente inaudible, digo un tono perceptible, un tono que se ha ido educando en un ambiente en el que el silencio es obligado cuando trabajan otros y que enseña a tener un timbre de voz comedido cuando lo hace uno mismo. En la radio, cuando hablamos de la voz, hablamos de «modular», «enfatizar», «proyectar» o de «impostar» (no confundid con “«engolar», algo denostado por profesionales, aunque se dé entre algún que otro pedantillo epatante), matices que dan idea de la sutil delicadeza con que se maneja. A quien interese ahondar en el tema recomiendo este libro.

Los españoles, portadores de ese 'gen latino' que nos caracteriza, tenemos merecida fama, sobre todo entre nuestros vecinos europeos, de ser unos gritones. Chillamos, somos estridentes, hablamos como si elevando la voz por encima del otro nos diera la razón; no hay más que ver las tertulias de la tele. Me aterroriza tener que asistir a esos ágapes en los que el ruido llega a ser insufrible, no en vano el nivel de decibelios de una conversación entre humanos es equiparable al que produce el tubo de escape de una motocicleta. Huyo de restaurantes, cafeterías y sitios en general en los que es ostensible el griterío. Detesto tener que escuchar conversaciones ajenas desde considerable distancias. En la sala de estar de mi casa, una antigua con gruesas paredes de piedra, oigo a mis vecinos, y, más que molestos, se me hacen insoportables los gritos desaforados de quienes 'se divierten' en la calle sin el más mínimo recato, como auténticos energúmenos de la contaminación acústica.

Ni valoramos el silencio, ni apreciamos el susurro. El silencio, para el que sólo en el lenguaje musical existe un símbolo que lo represente, es también elocuente, expresivo o valorativo. El susurro es consustancial a la calidez humana, a lo dicho con ternura, a la entonación sosegada, apasionada y profunda ¿Qué puede superar ese silencio compartido mientras tienes a quien amas entre tus brazos musitando palabras de amor… ? Pero si es de Amor de lo que  de verdad queremos hablar y si de Amor se trata, entonces no hay mejor motivo, y mucho otros hay, que justifique pedir silencio, por favor.

lunes, 11 de septiembre de 2017

El beguine



-Sí, hay una música. Es mejor bajar el volumen todo lo posible y dejarla que suene como paisaje de fondo-


Voy conduciendo por la autopista. Me he pasado la salida ¡Mierda!, no llegaré a tiempo. La hora se echa encima y avanzo sin levantar el pie del acelerador buscando desesperadamente un cambio de sentido. Ojalá pudiera girar aquí mismo, pero es imposible. Tengo que volver a la salida…

De repente, una vieja melodía por la radio. Me suena ¿cómo se llama…? la tarareo mentalmente… ¡Ah, sí, ya me acuerdo! Begin the beguine ¿Por qué la traducirían «Volver a Empezar» si no tiene nada que ver con el título? No sé, supongo que será por eso que dice la letra de “cuando comenzó el beguine regresaron a mí tiernos recuerdos” y no sé que más…  Pero, ¡qué narices estoy pensando! Voy a llegar tarde y el dichoso cambio de sentido no aparece ¡Maldita autopista!

El tiempo pasa y ya es inevitable, no llegaré. Empiezo a pensar que nunca debí hacer este viaje y mucho menos sin avisar. Se hará de noche y no podré encontrarla cuando vuelva a casa del trabajo ¿Cuántos años han pasado? Treinta, treinta y cinco… No sé, muchos, demasiados, ¡toda una vida! Pero hoy, por fin, volveré a verla ¡si llego a tiempo!

¡Por fín! Ahí hay una señal de cambio de sentido. Vamos allá. Sé que está cerca pero la distancia se me hace eterna. Parece que nunca voy a llegar ¡Cuánto tiempo pensando en este día! Pasaron tantas cosas… El tiempo pasó y pasó y todo se puso en contra de que llegara el momento de poder regresar. Pero hoy es ese día. Siempre ha sido y será mi gran amor..., el Amor de mi vida.

¡Bien! He llegado a tiempo. Buscaré aparcamiento y esperaré. Seguro que no tarda. Miró el reloj del teléfono. Los segundos se mueven a cámara lenta ¡No puedo más! El corazón me late muy fuerte…  A ver ¿llevo bien el cuello de la camisa?, ¿estoy bien peinado? ¡Vaya! ¡el cinturón del coche me ha arrugado la chaqueta!, me la tenía que haber quitado para conducir.

¡Ya está ahí! Acaba de doblar la esquina. Mírala, han pasado años pero sigue siendo la misma, está igual ¡Qué guapa es! Anda de la misma manera. Se acerca. Creo que no sabe que soy yo –¡Hola…!– ¡Ahí va! ¡Vaya cara de sorpresa ha puesto! –¡Hola! ¿Y tú por aquí?– me dice. –Pues, he venido por unos temas del trabajo y he pasado a ver si te veía, para saludarte– miento. –Mira, te presento a…– No sé que nombre me dijo, pero de pronto me di cuenta de que venía acompañada. –La verdad es ahora me pillas un poco mal, lo siento– se excusa. –No pasa nada. De todas formas me tengo que ir, mañana tengo que estar de vuelta– No sé si esto lo dije o sólo lo pensé. Dí media vuelta. Todo, menos mi cuerpo, se murió. Nunca más regresé.



NOTA: Este texto lo escribí pensando participar en la convocatoria #relatosRegreso de @divagacionistas, pero no. No estoy a la altura y, además, total ¿para qué?

viernes, 8 de septiembre de 2017

¡Messi es dios!



En tiempos de Julio César el pueblo se calmaba con panem et circenses, o sea, con pan y circo. Durante siglos los ciudadanos romanos se olvidaron de su pensamiento crítico a cambio de recibir trigo, panes y entretenimiento gratuito. De esta manera los gobernantes pudieron disfrutar a sus anchas de cuantas prerrogativas se les fueran antojando mientras que con una aparente generosidad, aunque realmente era exígua en cualquier caso, mantenían anestesiada la voluntad popular.

Diecinueve siglos más tarde, el filósofo (además de economista y periodista), Karl Marx, publicó un artículo en el que en su alemán natal dijo aquello tan famoso de die religion sie ist das opium des volkes, o sea,  “la religión es el opio de la gente”. Con esto Marx aludía a que la promesa de otra supuesta vida, la amenaza de un castigo eterno para el alma que atribuye a las personas y a que la fe en dioses y santos para remediar todos los males, es doctrina suficiente para aplacar la rebeldía inherente al descontento, a la desigualdad y a la pobreza.

Y si ponemos todo lo anterior junto en una hipotética coctelera, agitamos bien y servimos, ¿qué tenemos para hoy en día? ¡Efectivamente!: televisión y fútbol. Pero no el que se practica por doquier en colegios, barrios o pueblos, no. El fútbol que se ve por la tele, el de los grandes clubes, el de los jugadores millonarios eficaces vendedores de camisetas y todo tipo de productos, propios o ajenos.

El fútbol, con la inestimable ayuda de la televisión, ha tomado el relevo al circo romano y a la decimonónica religión para adormecer conciencias y levantar pasiones, exageradas pasiones. Se llega a comparar a cierto jugador con dios; se insulta, se injuria, se vilipendia sin piedad y, lo peor, se desata la violencia vergonzante. Incluso entre los niños, inocentes víctimas de la insensatez adulta, el fútbol alimenta sentimientos que producen estupor.

El fútbol y sus dislates (como cuando alguien celebra más la derrota o el infortunio de un equipo rival que la victoria del propio), nos deja en evidencia. Pero lo que es tóxico para unos, en ocasiones es un bálsamo para otros. Por ejemplo, la selección siria de fútbol tiene la posibilidad de clasificarse para la fase final del mundial de este “deporte” a celebrarse en Rusia el año próximo. La selección de un país devastado por la guerra que tiene que entrenar y jugar sus partidos a miles de kilómetros de distancia y, finalmente, si lo consigue, ir a jugar a un país hostil. Algo que hace de esos jugadores sirios unos auténticos héroes al demostrar una verdadera vocación deportiva y, lo más importante de todo, la voluntad de dar un respiro a sus compatriotas masacrados, olvidados, exiliados, desaparecidos, ahogados, torturados, acribillados…  La voluntad de dar un respiro a las víctimas de la guerra y del odio. Un respiro a base de vocación por el fútbol ¡Bravo por la selección de Siria!

martes, 5 de septiembre de 2017

Palabra de Honor


Parece que invocar esa formula vaya a suponer que se nos dice la verdad o que se nos garantiza el cumplimiento de una promesa, pero de eso nada. Dar la Palabra de Honor al hacer una aseveración no la eleva a categoría de verdad inequívoca, como darla al comprometer algo no garantiza ni la palabra ni el honor de quien lo hace.

Sí, escribo Palabra de Honor en mayúsculas. No porque lo exija ninguna norma gramatical, sino por estas razones: Una, para distinguir conceptos y dejar claro que no hablo de “el palabra de honor” que así, en masculino, alude a una forma de escote y a vestidos, esos que, sin tirantes, dejan los hombros al descubierto y que parecen necesitar de un “palabra de honor que no me voy a caer”. (Por cierto, algo de esto hay en la leyenda del por qué a ese tipo de vestidos y escotes se les llama así). Y dos, porque palabra y honor unidos en esta máxima adquieren una dignidad superlativa que quiero enfatizar con esas letras capitales.

Hubo tiempos en los que la palabra era suficiente para sellar cualquier acuerdo. Hoy nos provoca sorpresa y admiración el que en algunas ferias seculares se sigan haciendo transacciones con un simple apretón de manos y, claro está, dándose la palabra. Así, a lo loco, sin contratos por escrito, sin albaranes, recibos o facturas (al menos en principio, luego los habrá porque Hacienda vigila). Es un vestigio de que la Palabra de Honor fue otrora tan legal como hoy en día lo es un acta notarial.

En los tiempos que vivimos, el honor, como concepto, no tiene mayor prestigio ¿Qué importa la honradez e integridad de quien nos habla si de todos es sabido que la verdad ha dejado de ser lo primordial? Esos que deberían ser los templos en los que se venera a la verdad, hablo de sedes parlamentarias, judiciales y medios de comunicación, lo son hoy del engaño, la tergiversación, el sesgo y la “posverdad”, el nuevo eufemismo para evitar decir “mentira” llamando a las cosas por su nombre.

Nos hemos acostumbrado al engaño, a la falacia, a la patraña y a la trola que desde instituciones, estrados, periódicos o telediarios nos lanzan a diario dando por hecho que nadie va a cuestionarse la diferencia entre apariencia y realidad.  Si Sócrates levantara la cabeza engulliría la cicuta con mucha más convicción que hace dos mil cuatrocientos años. Descartes, Leibinz, Hume…, ninguno de ellos soportaría una sola de las tertulias en las que la nómina de “opinadores” oficiales pontifica a diario en los medios.

La verdad es intrigante para la lógica, para la ciencia, para la filosofía…, porque la verdad no es otra cosa que una parte de la duda y dudar es la clave del conocimiento. Cabe recordar a Machado, Antonio, cuando, de forma breve y certera, habla de la verdad con sus versos:

“¿Tu verdad? No, la verdad;
y ven conmigo a buscarla.
La tuya guárdatela”

“¿Dijiste media verdad?
Dirán que mientes dos veces si dices la otra mitad”

La verdad no es esperada tanto como lo es la sinceridad. La una es cuestionable, la otra irreprochable. Uno sabe cuando quien algo le dice lo hace sinceramente, igual que intuye la hipocresía cuando se ve por entre las rendijas del lenguaje o la expresión corporal. No es fácil tener a alguien en quien confiar con la absoluta certeza de que te habla sinceramente y te trata con nobleza. Yo, por fortuna, sí lo tengo (mejor, he recuperado. Creo). No es fácil vivir sin comprometer la propia sinceridad pero, por lo que a mi me toca, seré sincero a toda costa. Palabra de Honor.

miércoles, 30 de agosto de 2017

Y dios creó el Marketing…


-Sí, suena una música de fondo. Mejor con auriculares y bajando el volumen al mínimo imprescindible-

Cualquiera que se adentre en las procelosas aguas de Internet (por lo de “navegar” lo digo), puede comprobar alguna de estas tres cosas. Una: Nos tratan de “inseminar” algo, ideas políticas o religiosas, porque hay quien usa Internet y sus redes como estrado o como púlpito. Dos: Nos tratan de convencer de algo y en eso hay quien rebasa el ridículo atacando a su contrario, incluso mintiéndonos velada o descaradamente si hace falta. Y tres: Nos tratan de vender algo, pero quien lo hace descubrirá, tarde o temprano, que ese intento es vano. Sólo compramos algo cuando lo necesitamos y por eso la buena Publicidad no trata de vender sino de crear la necesidad.

En todo caso, como Internet y sus redes son un aparente gran ámbito en el que pregonar, aunque posiblemente no lo sea tanto porque todo depende de cuantos quieran escucharte, muchos se lanzan a proclamar sus ideas, creencias, disputas u ofertas y no tantos (al menos no tantos como quien lo hace quisiera), son los que están dispuestos a prestarles plena atención y a creerse a pies juntillas su pregón.

Con la irrupción del mundo digital han pasado muchas cosas buenas, pero no tan buenas también. Lo mejor es que ha surgido un medio que nos permite el contacto, casi instantáneo, con otras personas, desconocidas unas y otras queridas. Lo peor es que cualquiera, incluso algunos descerebrados, puede hacer lo propio con nosotros haciéndonos llegar su intento doctrinal. Y, aunque asuste pensarlo, siempre hay a quien le influye ese mensaje que posiblemente sea incompleto, inexacto e incluso pernicioso. Ahí están, por citar algún ejemplo, los postulados anti-vacunas, las defensas de la homeopatía o las presentaciones de “productos milagro” para adelgazar, tener musculitos o para aprender cualquier cosa con tan sólo apuntarse a un corto curso a distancia ¡Hasta hay quien defiende que la Tierra es plana!

Y apareció el gran gurú. Bueno, en realidad más de uno, decenas, cientos… Los nuevos predicadores de las nuevas creencias, de la ‘neofilosofía’ digital que con sus ideas, teorías y recetas nos dicen qué es lo que tenemos que saber; qué hacer y cómo; incluso nos imponen un nuevo lenguaje con palabras que debemos emplear para que los demás se puedan percatar de que sabemos y de ¡cuánto sabemos!, de que estamos al día y manejamos la teoría de la nueva “religión digital” (Ahí, continuación de este artículo, incluyo una lista de algunos de esos términos, siglas y expresiones a las que me refiero. No están todos porque no hace falta y porque la lista es interminable).

El Marketing, o sea, la mercadotecnia, ya existía mucho antes de que apareciera Internet, pero la Red de redes ha supuesto la propagación de nuevos dogmas porque con la explotación del todavía incipiente mundo virtual se ha generado la idea de que cualquiera con espíritu emprendedor y una buena idea de negocio de base digital puede hacerse millonario o famoso en un abrir y cerrar de ojos. Steve Jobs, Mark Zuckerberg, Bill Gates…, son muestra de ese éxito emprendedor nacido del empeño y la abnegación cultivados en un modesto garaje o en una residencia universitaria. Y luego, los grandes teóricos: Phillip Kotler, Guy Kawasaki, Seth Godin…, los que desde sus “escuelas” dictan las leyes y procedimientos que después muchos propagan tratando de evangelizar al mundo, generando adeptos para los que esas teorías son el todo, el sancta sanctorum de todas las enseñanzas.

No hace mucho, en una conversación de Twitter leí a alguien aseverar que La Radio no había superado las cuatro pes, una vieja teoría sobre la aplicación del Marketing en los negocios. Dada la mezcla que se pretendía hacer de esa teoría (que dudo tenga vigencia en nada) con La Radio (que no es sólo un mercado), pregunté “¿qué es eso de las cuatro pes”? Mi interlocutor me respondió con un “jajajaja”. Sólo pretendía saber si relacionaba la Radio con esa  obsoleta (y anglosajona, como todas) teoría. Me quedé sin respuesta.

Necesitamos saber, es preciso resolver problemas y afrontar las nuevas realidades que el mundo digital plantea. Con la digitalización disponemos de herramientas nuevas y maravillosas para hacer cosas nuevas, distintas, sí, pero para eso tenemos que investigar, estudiar y asumir nuestra propia realidad y la idiosincrasia del mundo al que nos dirigimos. No somos norteamericanos metodistas, somos íberos, latinos, apasionados y por lo general vehementes. Nuestra realidad, mercadológica o radiofónica, es otra. Lo demás es pura teoría, cuestión de fe.




Relación de “palabros”, siglas y expresiones que se cita:

  • Archives/files (archivo/documentos) Suele relacionarse con los guardados en formato digital. 
  • Back office (respaldo de oficina) Trabajos y labores administrativas internos en una oficina.
  • Background (Fondo) Relativo a la experiencia de la persona o la empresa.
  • Backup (Apoyo) Ayuda solicitada normalmente para temas informáticos.
  • Benchmark (Punto de referencia) Parámetro que se usa para medir crecimiento de una empresa.
  • Branding (Conseguir una marca) Conjunto de acciones para generar imagen corporativa, idea empresarial, credibilidad y reputación.
  • Brief (Breve) Resumen de proyecto, proceso o actividad.
  • Briefing (Instrucciones) En publicidad, pequeño cuestionario que la agenda hace al cliente o anunciante para precisar los detalles de la campaña.
  • Budget (Presupuesto) Estimación del coste de una acción o servicio.
  • Business analista (Analista de Mercado) Persona experta en predecir condiciones y resultados de una inversión.
  • Business to Business (B2B) Fórmula para referirse a empresas que se dedican a hacer transacciones comerciales con otras empresas.
  • Card (Tarjeta) De visita, de crédito. Billete de avión o embarque, etc. 
  • Cash (Efectivo) Operación con pago al contado y con moneda de curso legal.
  • Cash flow (Flujo de fondos) Activo disponible, activo circulante, dinero en caja.
  • CEO (Chief executive officer) Director Ejecutivo
  • CFO (Chief financial officer) Director financiero.
  • Click and mortar. Expresión para referirse a un eCommerce (una tienda electrónica online), que proviene de un comercio tradicional.
  • CM (community manager) Gestor de actividad de una organización o marca en los medios y Redes sociales.
  • Cluster (Racimo) Término para referirse a un conjunto de empresas 
  • Core Business (Actividad principal) Negocio, actividad o misión central de una empresa.
  • Coworking (Cooperación) Generalmente referido al espacio que permite a profesionales independientes compartir una misma oficina.
  • CRM (Customer relation management) Especialista en Atención al cliente.
  • Coach (Entrenador) Persona experta en realizar coaching.
  • Coaching (Entrenamiento) Ensayo o ejercitación (física o psicológica) repetitiva.
  • Copyright (Reserva de derechos de copia) Restricción del uso de algo mediante la protección registrada de los derechos de propiedad o autor.
  • Copyleft (Registro de derechos de uso libre) Registro por el que el propietario o autor permite el uso de su obra o propiedad registrada con limitaciones y/o condiciones.
  • Crowfunding (colecta) Recaudación colectiva para financiar un proyecto.
  • Crowlending (mini-préstamo) Aportación de perqueños inversores a cambio de una participación en beneficios.
  • Chairman (Presidente) El más alto y claro representante de una organización, aunque no ostente cargo ejecutivo en ella.
  • Deadline (Fecha tope) Tiempo límite para la ejecución de un trabajo.
  • Dropshipping (Envío de la gota) Sistema de comercio en el que el minorista pasa el pedido de su cliente directamente al mayorista para su trámite.
  • Engagement (Compromiso) Voluntad de conectar, generar compromiso. 
  • Elevator Pitch (En realidad elevator speech: discurso breve) Hacer un pequeño discurso, con una duración de conversación de ascensor, para interesar a posibles inversores.
  • Empowerment (Empoderamiento) Delegación de la autoridad
  • Entrepreneur (Empresario) Emprendedor, persona que inicia un negocio a su cargo.
  • Fee (Cuota) Generalmente referido al pago fraccionado por un producto o por prestación de un servicio.
  • Feedback (Realimentación) Suele tener relación con la respuesta de clientes a una oferta determinada.
  • Freemium (Gratuito/de pago) Se refiere a un modelo de negocio que ofrece acceso grauito a una parte y cobra una cuota de uso por acceder a la totalidad.
  • Focus Group (Grupo de Enfoque) Método para recopilar datos sobre un segmento del mercado (target)
  • FYI (for your information) Formula usada en comunicados internos y correos electrónicos: “para tu información”
  • Fundraising (obtener fondos). Actividades dedicadas a captar recursos
  • Gamification (convertir en juego) Estrategia que estimula a clientes a conseguir puntos, premios, etc. para estimular su interés (fidelizar).
  • Hackatón (aumentativo castellanizado de hacker) Reunión de desarrolladores informáticos para colaborar en la creación de nuevo software.
  • Homepage (Página principal) Portada electrónica de una publicación o de un sitio en Internet.
  • Insight (Visión) Motivación profunda del consumidor en relación a su comportamiento hacia un sector, marca o producto.
  • Key (Llave) Clave de un proyecto. Contraseña.
  • Kick off (Patada inicial) Expresión procedente del Rugby o del Football americano: Inicio del proyecto.
  • Know how (Saber como) Experiencia, conocimiento.
  • KPI (key performance indicator: indicador clave de rendimiento) Parámetro de referencia para medir el progreso de un proyecto en relación a un objetivo
  • LAN (Local Area Network) Red de área local.
  • Landing page (Página de destino) Micrositio promocional que resume la oferta de una forma simple y fácilmente entendible. 
  • Lean Startup (apoyo de puesta en marcha) Aprovechamiento de recursos y esfuerzos para conseguir clientes
  • Management (Administrador) Gerente o nombrado por la gerencia de un negocio para una administración general o parcial.
  • Media planner (Planificador de medios) Persona dedicada a la planificación de campañas organizando su difusión en diferentes medios.
  • Mentoring (Tutoría) Persona experta que invierte y asesora a una empresa joven.
  • MOOC (Massive online open courses) Cursos online masivos y gratuitos.
  • Networking (Trabajo en Red) Hacer contactos.
  • Offering (Ofrecimiento) Serie de decisiones estratégicas referidas a la concepción de la oferta a comercializar, su composición, sus precios y sus condiciones. 
  • Outsourcing (Fuera de fuente) Externalización de actividades, contratación externa.
  • Partner (Compañero) Puede referirse a un socio o una persona o marca con la que se comparten intereses.
  • PayPal (Plataforma de pago) Sistema de pago electrónico/Online sin efectivo.
  • Players (Jugadores, actores, intervinientes) Suele usarse para designar a los principales actores del mercado, empresas con más cuota de ese mercado.
  • Phishing (Suplantación) Tipo de estafa que consiste en tomar la identidad de un remitente conocido con el objetivo de incitar al destinatario a cambiar sus códigos de acceso a su cuenta bancaria en una web del estafador.
  • Publicity (Publicidad) Espacio publicitario con apariencia periodística, ya sea en forma de entrevista o reportaje.
  • Revenue (Ingresos) Entrada de dinero por ventas.
  • Responsive Design (Diseño sensible) Concepto que se aplica a la calidad con que se diseña una web de una empresa joven.
  • Retailer, retail (Minorista) Comerciante/Comercio. Persona que atiende y/o gestiona un pequeño comercio.
  • ROI (return of investment: retorno de la inversión) Amortización.
  • Seed capital (capital semilla) Aportación económica que permite iniciar un negocio.
  • SEM (Search Engine Marketing) Marketing en motores de búsqueda (Google, Yahoo, Bing…, etc.)
  • SEO (Search Engine Optimization) Persona o técnicas usadas para conseguir el mejor resultado posible de una web en función de su dependencia de motores de búsqueda para ser encontrada y/o visita por la mayor cantidad de personas en el menor tiempo posible.
  • SMO (Social Media Optimization) Experto en obtener el mejor rendimiento posible de las Redes Sociales (Facebook, Twitter…, etc.)
  • Stakeholder (Corredor de apuestas) Alguien interesado que interviene en un negocio (intermediario, proveedor…, etc.), sin pertenecer a él.
  • Staff (Personal) Plantilla, equipo de trabajo.
  • Startups (Arranques) Empresas de nueva creación en su fase de desarrollo
  • Stock (Valores) Existencias. Cantidad de productos o mercancías disponibles en un almacén.
  • Target (Público objetivo) Conjunto de personas a las que se dirige una oferta o una acción.
  • TPVV (Terminal de Punto de Venta Virtual) Es una TPV de un banco, el clásico aparato de pago con tarjeta, pero a través de Internet.
  • Trademark (Marca Comercial) Nombre u otro signo distintivo de una marca o negocio registrado oficialmente.
  • UX (User Experience). Experiencia del usuario al interactuar con una plataforma o tienda online.
  • Venture capital (Capital de riesgo) Cantidad de dinero que puede perderse en caso del fracaso de una inversión.
  • Wareness (Mercancías) Fase por las que pasa el consumidor antes de la decisión de comprar algo.
  • Workaround (Ronda de trabajo) Apaño, chapuza que permite seguir trabajando inmediatamente después de aparecer un problema inesperado.
  • Yak shaving (“Yak afeitado”) Hace referencia a ser meticuloso, cuidar los detalles.

martes, 29 de agosto de 2017

Idiotas



Escribir es un arte; un arte académico. Que gusto da leer a esos autores, periodistas o comunicadores que escriben con arte, que saben decir entre líneas mucho más que las propias palabras de sus textos. Que placer cuando el autor, además, declama con depurada cadencia y entonación su propio artículo ante el micrófono y lo escuchamos en la radio. Que sofisticado es eso de comunicar con sencillez y ser tan inteligible.

Siento una gran admiración por esas personas que parecen estar tocadas por los dioses, que tienen el don de comunicar, de escribir o decir las cosas con una preclara sencillez pero dejando patente su erudición, su enorme sabiduría. Me vale aquí esa leyenda que antaño coronaba el frontispicio de los seminarios: “muchos son los llamados y pocos los elegidos” (sentencia, por cierto, sacada del Evangelio de Mateo 22, 1-14, en donde se asemeja el supuesto "reino de los cielos" a la celebración de una fiesta organizada por un rey que ordena a sus guardias atar de pies y manos y arrojar después a las tinieblas a un intruso que se presenta sin estar correctamente vestido para la ocasión. Terrible escena. Terrible y clasista,  por mucho que desde el adoctrinamiento retuerzan el significado de la parábola), pero vamos a lo que vamos.

Ya lo han hecho antes muchos con más tino y destreza, pero yo también, desde aquí, quiero romper una lanza por el buen uso del lenguaje, algo que el humorista Héctor de Miguel, más conocido por “Quequé”, reclama con contundencia argumentando que “es lo que nos diferencia de los hijos de puta”.  Está claro que el exabrupto del humorista es pura retórica cómica, pero no deja de tener razón. Hay que ser cafre y necio para corromper un patrimonio de tanta grandeza como el propio idioma.

Estoy de acuerdo con esos postulados que, incluso desde sillones de la propia RAE, defienden que el lenguaje es algo vivo y en continua evolución, pero una cosa es incorporar barbarismos cuando por su uso llegan a ser consuetudinarios en la jerga y otra la bestial contaminación que irrumpe porque no son pocos los que, dejándose llevar por el snobismo (¡mira por dónde!, ahí queda un claro ejemplo de barbarismo), abusan del uso de términos paridos por los gurús de la nueva civilización con capital en Silicon Valley​​ (por cierto «Valle del Silicio» no de la silicona, como he llegado a oír a algún “divulgador”. El silicio es un «no metal», un elemento que, entre otras cosas, se usa para la fabricación de componentes electrónicos. La silicona es lo que se usa para agrandar tetas). Y luego, por si fuera poco, está esa otra polución del lenguaje que prolifera entre millennials y su gust x akotr palbras x efect dl SMS, l guasap (o sea, Whatsapp), y demás aplicaciones del todavía incipiente mundo digital.


Hay que vivir en el tiempo que toca y aceptar avances, tecnología, nuevos conceptos culturales y sus neologismos, claro que sí, pero hay que defender el patrimonio y poco o nada hay más importante, representativo y señero que la propia lengua, ya sea castellana, catalana, gallega, asturianu o mirandés (perdón, ya sé que hay más). Renunciar a ella es como rendir la bandera, menospreciar la propia identidad o tirar los ancestros al cubo de la basura. Usar de forma incorrecta el lenguaje, hablado o escrito, es, además, una falta de respeto al resto de paisanos, de compatriotas. Por favor, no seamos idiotas.

lunes, 28 de agosto de 2017

¡Se me ha roto!


-Sí, hay una musiquita de fondo. Mejor si te pones auriculares, bajas el volumen hasta lo imprescindible y lees despacito-


Hoy tuve que andar hasta el Centro de Salud, por lo mío, que se suele decir. Hacerlo, caminar la corta distancia que, por fortuna, separa mi casa del ambulatorio ha sido, con perdón por el dramatismo, una aventura al Himalaya ¡Qué barbaridad! Me crujía todo, me tiraba todo, me molestaba todo, me dolía todo. Un pequeño recorrido para el hombre, una odisea para un señor dolorido (o sea, yo).

Ciertamente que antes de que nos pase cualquier cosa, de que algún tipo de achaque se manifieste, nos sentimos invulnerables, fuertes, indestructibles, capaces de cualquier cosa. Luego, cuando la triste realidad se revela con la más mínima, ¡zasca!, la falsa coraza salta por los aires y nos quedamos ante el dolor como nuestra madre nos trajo al mundo, indefensos y vulnerables. Se le puede plantar cara con toda la voluntad que uno quiera, pero cuando duele, duele.

¡Qué maravillosa es la sensación que produce ese calmante que te inyectan cuando llegas arrastrándote al Centro de Salud! De un estado de irritación, de desconsuelo, de hastío, y hasta de tormento…, pasas, en pocos segundos, a lo que se dice "flotar en una nube". Le atribuyen a Schopenhauer lo de que “la felicidad es la ausencia del dolor” (¡vaya usted a saber!), pero es verdad que la contraposición de un estado con el otro, del antes con el después, hace de esa frase una verdad rotunda.

Pero el efecto de esos calmantes, por muy eficaces que sean, tienen sus horas contadas (a no ser que no te importe convertirte en un yonki de los opiáceos), sin embargo, hay otras “medicinas” que tienen un efecto mucho más radical y duradero y no, no hablo de falsos milagros homeopáticos ni nada por el estilo. Hoy, al “despertar” de mi letargo terapéutico me he topado con una buena dosis de esa otra medicina. La medicina del afecto, de la atención más considerada, de la generosidad, de la prescripción de mayor prestigio. Hoy, el maestro Gorka Zumeta se ha hecho eco de uno de mis post. No me puedo sentir más halagado, más privilegiado, más honrado ni mejor tratado ¡Un profesional de tan amplia experiencia, un divulgador de tan gran prestigio dando pábulo a una de mis propuestas más recientes y quizá de las más atrevidas!

Hablo de mi, puede que en exceso, con perdón (sí, perdón otra vez), pero también hablo de quienes, como yo, son amantes de la radio, hablo de los que hacen o quieren hacer podcast y hablo, con el background de “La Nueva Radio” en mi cabeza, de un proyecto que pretende unirlo todo para construir una realidad en la que una radio streaming llamada Ninguna sea el cauce catalizador de decenas, ojalá que de cientos de iniciativas que, por mucho éxito que tengan (especialmente algunas de mucho mérito) allí donde, como archivos de audio, estén alojadas (y podrán seguir estándolo), puedan llegar a  tener mucho más, mucha mayor difusión y mayor presencia si deciden unir su esfuerzo al de otros (todos juntos pero no revueltos). Hoy es un sueño, pero no es un sueño imposible. Es un llamamiento a construir algo nuevo sin que una gran corporación lo organice, lo gestione y lo explote. Es una revolución.




Tengo algo fundido, algo roto, pero tiene arreglo. O los huesos hacen su función o aprendes a vivir con alguna avería, no queda otra. Pero por nada del mundo quisiera, dentro de algún tiempo, recordar este proyecto y tener que exclamar ¡se me ha roto! Por favor, únete a él, hazlo tuyo.